SAN JOSE DE OCOA.-La Horma. – En la apartada comunidad de El Rifle, perteneciente a la zona montañosa de La Horma, San José de Ocoa, este sábado se tiñó de luto tras la inesperada muerte de Rafael Emilio Minyetty, un hombre de 44 años que, según el informe oficial de la Dirección Central de Investigaciones Criminales (DICRIM), falleció a causa de envenenamiento por órgano fosforado, una sustancia utilizada comúnmente como fumigante agrícola.
Lo que más ha consternado a familiares, amigos y vecinos es que Rafael Emilio no presentaba señales previas de depresión, ni enfrentaba problemas de salud o económicos. “Era un hombre tranquilo, trabajador del campo, y muy querido por la comunidad”, expresan quienes lo conocieron. La información ha sido corroborada por la DICRIM, entidad que conduce la investigación bajo la dirección del mayor Gil Pedro Dicló Reyes.
Este caso no solo sacude emocionalmente a la pequeña comunidad enclavada entre montañas, sino que también reabre el debate sobre el acceso libre y sin control a sustancias químicas de alto riesgo como los órgano fosforados. En muchos pueblos agrícolas del país, estos productos están al alcance de cualquiera, sin la supervisión ni las advertencias necesarias. Son herramientas para el cultivo, sí, pero también potenciales armas silenciosas de muerte.
La tragedia de Rafael Emilio Minyetty no debe pasar como un número más en las estadísticas rurales. Su caso obliga a mirar con atención la salud mental en las zonas rurales, donde el silencio, la distancia y la falta de apoyo emocional pueden convertirse en factores invisibles pero letales.
