Morir afectado por el coronavirus se va tornando cada día no solo en un desgarrante dolor, sino también en una evidencia de que la solidaridad, la integración y la sensibilidad de la gente, también van muriendo como efecto de la pandemia.
“Un hermano mío murió de Covid 19 en La Vega, pero al entierro solo asistimos cuatro personas.
Los vecinos ni se acercaron. Falleció en la Unión Médica de Santiago y ahí nos entregaron el cadáver y nos ordenaron que lo sepultáramos de inmediato”, dijo Juana Solís Ureña.
En algunos casos están dejando abandonados ataúdes con cadáveres, para que las autoridades o personas de las comunidades, sepulten a los fallecidos.
El pasado viernes una ambulancia dejó abandonado frente al cementerio de la comunidad de López, en Baitoa, Santiago, un ataúd con el cadáver de un hombre que murió de coronavirus en el hospital regional José María Cabral y Báez.
El cuerpo sin vida correspondía a Rafael Fernández, un hombre muy querido en la zona, pero a su sepelio solo asistieron tres personas.
El cajón con el cuerpo inerte del agricultor y comerciante, permaneció en plena carretera por alrededor de cuatro horas. Incluso los conductores aceleraban la marcha y los peatones asustados al ver la escena, optaban por regresar a sus destinos.
Cerca de las 7:00 de la noche, un comerciante, conocido como Calín, junto a un amigo suyo y un zacateca autorizado por el alcalde de Baitoa, Bernardo López, cavaron una fosa en el cementerio y le dieron sepultura al cadáver.
Vecinos contaron que un hermano de Calín se encuentra grave en el Cabral Báez, también afectado de coronavirus y que las autoridades de Salud Pública dispusieron el aislamiento de todos sus familiares en su casa como una medida preventiva. Pero no solo las personas que mueren de Covid-19 están siendo enterradas con escasa asistencia de deudos y amistades.
Murió en La Jagua
El domingo falleció en el hospital regional José María Cabral y Báez el señor Miguel Beato, quien residía en el paraje de Doña Águeda, de la sección de La Jagua, Baitoa, Santiago.
Mónica Beato aclaró que su hermano, de 56 años, fue conducido al hospital con problemas respiratorios y de la presión y diabetes.
Subrayó que a pesar de que el acta de defunción establece que su pariente no murió de coronavirus, escasas personas, entre ellas vecinos, familiares y demás, acompañaron a sus deudos en su entierro.
Esa misma realidad, ocurre en Puerto Plata y otras provincias del Norte y se sustenta con la muerte de la pareja de esposos Pedro Martínez, de 80 años y Mayelin Palin Cambero, de 78, en el hospital Ricardo Limardo de allí.
La señora Cambero expiró la madrugada del martes al ser trasladada al centro hospitalario con fiebre alta, dolores corporales, dificultades para respirar y otros síntomas.
Su compañero sentimental, sin embargo, falleció el domingo en la noche en el mismo hospital, tras presentar una crisis severa respiratoria y fiebre alta.
Ambos residían en el sector Eduardo Brito, conocido como La Rigola, de Puerto Plata.
“Los sacamos del Hospital y los llevamos en cuatro días de diferencia al cementerio para sepultarlos. Nadie nos acompañó; es triste lo que está pasando con esta enfermedad”, expresó una nieta de la pareja de ancianos fallecidos que se identificó como Ángela.
Muerto por Covid-19
El periodista Narciso Acevedo relató que su hermano, Ramón Emilio Acevedo, de 65 años, falleció de coronavirus la madrugada del día 1° de este mes en el Centro Médico Siglo XXl, de San Francisco de Macorís, pero no recibieron condolencias.
“Era un hombre muy querido en la comunidad, pero nadie fue a expresarnos solidaridad y a darnos el pésame”, dijo Acevedo.
Refirió que su pariente expiró cerca de las 4.00 de la mañana y que cinco horas más tarde fue llevado al cementerio municipal de San Francisco de Macorís para su sepultura y que solo asistieron su esposa, Josefina Salazar, dos de sus hijas, y el propio Narciso.
“Con esto del coronavirus se está perdiendo hasta la sensibilidad humana. Nadie está velando a sus familiares, amigos y vecinos que mueren”, observó Acevedo.
“Aquí, casi todo el mundo se conoce y la gente conserva ciertas tradiciones, pero ahora se ha perdido todo”, comentó Acevedo.
“No se le pudo hacer velatorio y nadie fue al entierro. Eso es triste, pero hay que ser comprensible, todo el mundo se está cuidando con este asunto del coronavirus”, enfatizó el comunicador francomacorisano.
VELATORIOS
SOLO 15
En cada capilla.
Después de la pandemia del coronavirus, por disposición de las autoridades, las funerarias no permiten más de 15 personas por capilla, el tiempo del velatorio es de tres horas para evitar el contagio. Cuando la persona falleció por afección pulmonar, se recomienda su cremación inmediata
HORAS
La Funeraria Blandino tiene velatorios solo por tres horas, a los que asisten los familiares más cercanos y no pueden pasar de 15 en total. La Protectora La Altagracia no permite más de 10 personas por capilla .