Se calcula que unas 100.000 partituras y piezas del innovador compositor del siglo XX Arnold Schoenberg quedaron destruidas la semana pasada cuando los incendios forestales del sur de California calcinaron la editorial musical fundada por sus herederos. La empresa alquila y vende las partituras a conjuntos de todo el mundo.
“Es brutal”, dijo Larry Schoenberg, de 83 años, hijo del compositor, quien dirigía la empresa, Belmont Music Publishers, desde su casa en el vecindario Pacific Palisades de Los Ángeles y guardaba el inventario de la empresa en un edificio de 186 metros cuadrados situado detrás de su casa. “Lo perdimos todo”.
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El catálogo de Belmont ofrecía una amplia gama de música de Schoenberg, desde las exuberantes piezas hiperrománticas de su juventud hasta las desafiantes obras que escribió tras romper con la armonía tonal convencional y desarrollar su técnica de 12 tonos.
En el incendio no se destruyó ningún manuscrito original de Schoenberg. Pero la pérdida de la colección de Belmont podría crear problemas a las orquestas, grupos de música de cámara y solistas que planean interpretar obras de Schoenberg en los próximos meses. El incendio también destruyó otros recuerdos de Schoenberg, como fotografías, cartas, carteles, libros y arreglos de piezas de Schoenberg realizados por otros compositores.
Leon Botstein, presidente del Bard College y director musical de la Orquesta Sinfónica Americana, dijo que Belmont desempeñaba un papel esencial en poner la música de Schoenberg a disposición del público. La Orquesta Sinfónica Americana obtuvo de Belmont las partituras para una interpretación del oratorio “Gurrelieder” de Schoenberg, la cual interpretó el año pasado en el Carnegie Hall.
“Es una catástrofe”, dijo Botstein. “Era un recurso indispensable”.
Añadió que algunas orquestas podrían verse obligadas a hacer cambios en sus próximos programas porque las partituras que necesitan no podrán obtenerse de Belmont.
“Eran los prestamistas, quienes te ayudaban”, dijo. “Te lo ponían lo más fácil posible”.
Aunque Belmont, fundada en 1965, no es la única editorial de obras de Schoenberg, la empresa era venerada por la autoridad de sus partituras y su conexión con el compositor, que nació en Viena, huyó de los nazis y se trasladó a Estados Unidos. Finalmente se estableció en Los Ángeles, donde vivió hasta su muerte en 1951.
Belmont dijo que trabajaría en la creación de versiones digitales de sus partituras, basadas en manuscritos del compositor, que se conservan en el Centro Schoenberg de Viena. Belmont guardaba copias de seguridad digitales de las partituras en sus oficinas, pero también se quemaron en el incendio.
“En ello hay una finalidad que resulta asombrosa”, dijo Larry Schoenberg. “No queda ninguna esperanza de que vayas a encontrar o recuperar nada. Y ese es un tipo de dolor diferente”.
Los músicos dijeron sentirse desolados por la pérdida de Belmont.
El violonchelista Fred Sherry, destacado intérprete de Schoenberg, era un visitante habitual del edificio que llegó a conocerse como el “garaje” de Belmont. Recordó haber examinado cientos de partituras, incluidas algunas con portadas y tipos de letra de la vieja escuela. Se llevó a casa toda la música que pudo.
“La pérdida de esas hermosas partituras es una tragedia”, dijo Sherry, “pero mientras tanto la música perdurará mientras tengamos conciertos”.
Larry Schoenberg, cuya casa también quedó destruida en el fuego, dijo que aún estaba asimilando la magnitud de la pérdida. Recordó el ejemplo de su padre.
“Siempre que había una dificultad, expresaba su frustración y luego se ponía a trabajar para encontrar una solución”, dijo.
A pesar de todo lo que ha sucedido, estamos tratando de ser muy positivos”, agregó. “Aquí no hay lágrimas”.