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Criar a un hijo con autismo en RD: Una batalla personal en medio del abandono estatal

11 diciembre 2024

Criar a un hijo siempre implica retos, pero hacerlo con un niño dentro del espectro autista en República Dominicana multiplica las dificultades. Como padre, vivo en carne propia las barreras que enfrentamos diariamente: un sistema educativo que se vende como inclusivo, pero no lo es, una ausencia alarmante de políticas públicas, y una sociedad que aún no entiende plenamente qué significa vivir con el Trastorno del Espectro Autista (TEA).

El sistema educativo debería ser un refugio, un espacio donde nuestros hijos puedan desarrollarse y alcanzar su máximo potencial. Sin embargo, en nuestro país, este se ha convertido en una de las mayores fuentes de frustración para las familias. Muchas escuelas afirman ser inclusivas, pero carecen de las herramientas esenciales: desde infraestructura adaptada hasta maestros con formación en neurodiversidad. A menudo, estos centros se convierten en escenarios de exclusión velada, donde nuestros niños no reciben el apoyo necesario para aprender y socializar.

El impacto de esta negligencia trasciende lo académico. Para las familias, especialmente las de recursos limitados, la falta de apoyo público significa tener que costear terapias privadas, educación especial y equipos especializados que, en muchos casos, son inalcanzables. Cada sesión de terapia, cada herramienta adaptativa, supone un gasto que no todos pueden afrontar. En este contexto, los padres terminamos desgastados, luchando no solo contra los desafíos propios del TEA, sino también contra un sistema que nos da la espalda.

Pero quizás lo más desgarrador es la incertidumbre sobre el futuro de nuestros hijos. Nos preguntamos constantemente: ¿Qué pasará con él cuando no estemos? En un país sin políticas públicas que respalden la inclusión laboral, el acceso a servicios de salud mental o la vida independiente para personas con autismo, esta pregunta no tiene una respuesta esperanzadora.

En otros países, los gobiernos han asumido la responsabilidad de garantizar el bienestar de las personas con TEA y sus familias. Aquí, en cambio, seguimos esperando medidas concretas que aborden esta realidad. Necesitamos programas educativos inclusivos y efectivos, capacitación masiva para docentes, centros de terapia accesibles y una campaña nacional de sensibilización que elimine el estigma.

Como padre, sé que criar a un hijo con autismo es un acto de amor inmenso, pero también una lucha diaria. Nos enfrentamos no solo a los desafíos propios de la condición, sino a un sistema que nos ignora. Sin embargo, no podemos quedarnos callados. Esta lucha no puede ser solitaria.

Es momento de que las autoridades, las instituciones y la sociedad en su conjunto asuman su parte. Nuestros hijos merecen algo más que buenas intenciones; merecen oportunidades reales. Porque un país que deja atrás a sus niños más vulnerables no puede aspirar a ser justo ni inclusivo.

Por: Jonior Ramírez.

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