Por: Harris Castillo.-
Pienso que deben estar felices por los últimos acontecimientos de la actividad política que los involucra, no por las implicaciones en los resultados del proceso electoral venidero, que en un pueblo dopado por el 4G hasta en su masa profesional, no es relevante ningún acontecimiento por relevante que debiera ser, sino porque nos permite hacer una regresión a mejores tiempos.
Lo primero es pedirles disculpas a ustedes, y a través de ustedes a todos los que como ustedes se entregaron a una generación de adolescentes rebeldes con el sistema, no solo para educarlos, sino además, y más importante, para formarlos, ya que no supimos administrar y transmitir los valores que de ustedes recibimos. Esa generación no les ha avergonzado, pero sí les hemos defraudado por fallarle a las generaciones siguientes.
Lo segundo es felicitarlos, porque estoy seguro que su sacrificio les ha llenado de satisfacción por el deber cumplido, y por saberse responsables de la transformación que ha vivido nuestro pueblo, gracias a los miles de profesionales que ustedes han entregado a nuestra patria grande y chica.
No siempre hemos estado de acuerdo, y ojala nunca lo estemos en temas que exijan madurez porque esta nos guiaría a una conclusión satisfactoria, pero a la hora de poner en el contexto de la historia los aportes de su clase, los ocoeños tendremos una sola opinión: ha sido invaluable.
Hoy es entonces propicio rendir tributo a ustedes, Maestros Deyanira y Salvador. Gracias porque ustedes han hecho por Ocoa, lo que no han sido capaces de hacer todos los políticos juntos en toda la historia de nuestro terruño: Formar una sociedad, eliminar ignorancia, abrir caminos de futuro, expandir sueños.
A través de ustedes, gracias a todos los grandes maestros ocoeños, que asumieron su rol con vocación, y fueron en las aulas padres aventajados de hijos obedientes.
Como Maestros, por su sacrificio y su entrega, sabrán que sus memorias históricas están a buen resguardo, porque una ofensa a nuestros maestros, es una ofensa a nuestros padres, es una ofensa a todo un pueblo.
Como padres, sabrán perdonar la rebeldía de la inmadurez y comprenderán que hay circunstancias en las que los hijos nos obsesionamos y perdemos momentáneamente la cordura, sin que por ello dejemos de ser buenos seres humanos.