Adentrándose al mar desde la costa noreste de República Dominicana, la Península de Samaná, paraíso natural, es tan codiciada hoy como lo era en el siglo XVI. Los piratas utilizaban sus frondosos bosques de palmeras, playas aisladas y cuevas ocultas como escondites, mientras que las tropas europeas y haitianas se disputaban las profundas aguas de su bahía.
Hoy en día, Samaná, con frecuencia abreviada para referirse a toda la península, está bien conectada por tierra y aire, sin embargo, sigue siendo el paradisíaco y remoto escape de playas salvajes, plantaciones de cocos y selvas tropicales de República Dominicana.
Sus montañas ondulantes y valles forman los ríos cristalinos que desembocan en el Atlántico mientras se precipitan hacia brillantes playas de arena blanca que se extienden cientos de kilómetros alrededor de la costa rocosa de la península.
Es como si las aproximadamente 1,500 ballenas jorobadas que visitan la Bahía de Samaná cada año, apreciasen este esplendor natural tanto como los visitantes. Estos mamíferos gigantes regresan cada año a este rincón especial de República Dominicana para aparearse, dar a luz y disfrutar de este glorioso paisaje tropical. Además de las excursiones estacionales de avistamiento de ballenas en barco en la pintoresca Bahía de Samaná, hay más aventuras ecoturísticas: bodyboarding y kitesurfing en Las Terrenas; senderismo, observación de aves y espeleología o cuevas en el Parque Nacional Los Haitises; barranquismo o cabalgatas para llegar a la cascada El Limón; y paseos en barco a las magníficas playas de arena blanca, en la base de acantilados de 90 metros, o a la costa de la isla de Cayo Levantado.
Samaná es también el sueño de todo viajero independiente. Miles de europeos llegaron como turistas y se convirtieron en residentes, creando negocios que dan a la zona un aire cosmopolita único. En Las Terrenas, los cafés franceses y las pintorescas casas de huéspedes dan paso a boutiques, bistrós y salones frente al mar de estilo europeo. Pero la península conserva su diversa herencia cultural. Además de los croissants, encontrarás una cocina rica en sabores de coco y mariscos, una influencia de los primeros colonos canarios y descendientes de inmigrantes afroamericanos del siglo XVIII que continúan prosperando aquí. En Las Galeras, la vida de pueblo de pescadores se mantiene firme a pesar de la gran afluencia de turistas diurnos que acuden a la famosa Playa Rincón.
Dondequiera que decidas alojarte en la península, ya sea en casas de árbol en El Valle, en una cabaña ecológica en Las Galeras, o en una suite frente al mar en las gloriosas arenas doradas de playa Cosón: prepárate para pasar días rodeado de algunas de las playas y escapadas más espléndidas de la selva tropical dominicana, donde los ecos del merengue y la bachata nunca están muy lejos.
El Aeropuerto Internacional El Catey (AZS) es la puerta de entrada a la Península de Samaná. Los cruceros atracan en Samaná en la temporada de invierno, cerca de Cayo Levantado y la Bahía de Samaná. Los entusiastas de la navegación encontrarán instalaciones completas de atraque y muelles para embarcaciones de hasta 150 pies de eslora en Puerto Bahía Marina, en el extremo norte de la Bahía de Samaná. Por tierra, modernas carreteras conectan la península con los puntos más importantes, incluyendo la Carretera Santo Domingo-Samaná, o Ruta 7, y el Boulevard Turístico del Atlántico hacia Las Terrenas, ofreciendo impresionantes y sinuosas vistas costeras sobre la Bahía de Cosón.