Por: Fabian Diaz Casado
SAN JOSE DE OCOA.- Este es el Parque de El Pinar en San José de Ocoa. Muchos munícipes de esa laboriosa y heroica comunidad entienden que debe llevar el nombre de Manfredo Casado Villar.
Luchador por la tierra, la soberanía nacional y la justicia social quien fue ejecutado por esbirros del balaguerato tras ser apresado próximo al puente Lucas Díaz para ser ejecutado luego ser brutalmente torturado.
Fue perseguido durante décadas por organizar y participar activamente en la lucha por la tierra en Los Martinez y otras comunidades de San José de Ocoa. Combatió en la Guerra de Abril de 1965 por el retorno a la constitucionalidad sin elecciones y defendiendo la soberanía contra los invasores yanquis.
Logró asilo en la embajada de México en 1973, donde conoció al veterano guerrillero Claudio Caamaño Grullón luego de que éste se asilara trás el fracaso militar de la Expedición de Playa Caracoles. Juntos hicieron planes para retomar la lucha armada, aprovechando la plataforma construida por Manfredo en comunidades de San José de Ocoa.
Claudio logró un salvoconducto para salir del país, pero a Manfredo Casado Villar se le negó. Un año duró en la embajada mejicana asistido por hermana Magnolia. Para obtener el salvoconducto tuvo que simular el secuestro de un hijo del embajador. Tras arduas negociaciones, una comisión de notables logró su salida del país con destino a Europa.
Tocó a Radamés Gómez Pepín acompañarlo en su viaje. Luego de un tiempo en Francia y siguiendo lo acordado cordado con Claudio.
En Cuba, Manfredo se prepara política y militarmente para la acción revolucionaria y la lucha armada. Iniciaron los preparativos y las coordinaron para volver al pais. Al grupo se unió Toribio Pena Jáquez, combatiente de la Guerra de Abril y expedicinario de Playa Caracoles. Del plan que traían y de los apoyos locales que recibirían se sabe muy poco.
Finalmente llegan al país en los primeros días del mes de junio de 1975. Tras meses en las montañas de San Cristóbal y Ocoa, Claudio y Toribio son apresado. Manfredo siguió en las montañas y en una travesía sufrió una infortunada caída, rompiéndose una costilla y lesiones internas que dificultaban su movilidad.
Eso lo llevó a buscar protección diplomática en la embajada mejicana. En esa búsqueda es asistido por gente vinculada al Partido Revolucionario Dominicano, liderados por el Dr. José Francisco Peña Gómez.
Acordaron traerlo a Santo Domingo y la encomienda recayó en su hermano Milcíades Casado Villar y dirigentes choferiles. Los comisionados intentaron cumplir su tarea, pero a decir de muchos, fueron «vendidos» a las fuerzas policiales que comandaba el temible general Neit Rafael Nivar Seijas.
La tarde del 8 de octubre, el carro Chevrolet en que se dirigían a Santo Domingo es interceptado en el Puente Lucas Díaz, son toroteados por una patrulla policial. Herido Manfredo y otros muertos, es el saldo de la traicionera emboscada policial.
Luego vino el montaje del fiscal actuante en el caso para justificar la ejecución sumaria de Manfredo Casado Villar en la fortaleza de San Cristóbal. Era el modus operandi de las fuerzas balagueristas: guerrillero apresado, guerrillero asesinados. Eso sucedió con Orlando Mazara, Amin Abel, Amaury Germán y sus compañeros; así como el coronel Caamaño, Lalane José, entre otros…
Queda pendiente que una Comisión de la Verdad exija el esclarecimiento del hecho en que murieron Milcíades y Manfredo Casado Villar junto sus compañeros de infortunio. De igual forma se debe trabajar en la ubicación de sus restos y el esclarecimiento de los planes reales que traía el trío de valientes revolucionarios; así como los apoyos nacionales e internacionales conque contaron.
Bautizar el Parque Central de El Pinar con el nombre Manfredo Casado Villar es una forma de honrar la memoria a Manfredo, su familia y sus compañeros de lucha.
Los méritos le sobran y la justeza de su lucha invita a reconocer a quienes sacrificaron sus vidas, seguridad y libertad en aras de la justicia social y la defensa de la soberanía nacional.
La lucha por la tierra y la libertad que encabezaron Los Casado Villar y sus compañeros sentaron precedentes en el país. Las nuevas generaciones tienen que conocer ese legado que hace parte de la memoria histórica de la familia ocoeña.
¡Honrar, honra!