Por: Frank Casado Arias
Los signos que hemos tenido en estos días con la manifestación de la Juventud, con las actividades de los jóvenes en la República Dominicana, nos están hablando de una juventud que está presente y que está viva con sus mejores valores.
Lo hemos dicho tantas veces: cuando la juventud anda mal, el país anda mal y está en decadencia, no se puede negar. Hemos de decir también que no todo lo que se dice que es moderno es moderno: puede significar un atraso y puede significar también que no se está caminando por el camino correcto, que son desviaciones.
Presenciando algunos actos recientes en mi amado San José de Ocoa, y que han sido escenas en otras provincias de mi País, me atrevo a afirmar que necesitamos mas personas mayores.
A sabiendas que el “viejo” entra en una categoría social excluyente y definitiva, -es profundamente triste que toda su generación pase viviendo en la amargura de sentirse dejados de lado sus últimos años que hubieran podido ser tan fecundos-, llega un momento en que quisiéramos tenerlo siempre de asesores.
Para solo citar un ejemplo, se hace notoria la metamorfosis que sufrimos al sepultar nuestros seres queridos.
Así ha cambiado la forma de enterrar nuestros muertos… «Un Reguetón con sonido estridente y decenas de vehículos acompañaban el lento desplazamiento del carro fúnebre que se dirigía al Cementerio del San Antonio a dar el último adiós a una víctima de accidente de tránsito. “Si esto fue un juego, debiste por lo menos regalarme un corazón de acero…”, cantaba a todo pulmón y entre gritos una de las amigas del fallecido. Las lágrimas y el enrojecimiento de su cara acompañaban un “¡Flaco por qué te fuiste!”. El humo de las jucas cubría el rostro de muchos, botellas de cervezas en manos, que entre trago y trago parecía buscaban ahogar su dolor. Cómo ha cambiado Ocoa en este sentido!!!!!
La nueva modalidad de los velorios, música estridente y consumo de alcohol
En los últimos tiempos, la gente ha ido adoptado una nueva y poca tradicional forma de darles el último adiós a sus difuntos. En muchos casos el dolor que anteriormente se expresaba con llanto y silencio, ahora sale de manera escandalosa con música y alcohol. Hasta en zonas apartadas se ha iniciado la costumbre de brindar cervezas y no café o té en los novenarios.
Últimamente, se hace cada vez más habitual observar tanto en zonas rurales como urbanas, el modo de velar y del “último día” de una persona toma otras características, escuchando música cual si se tratara de una fiesta.
Si la persona era joven la música es estridente, en caso de mayores la cosa es distinta, porque se coloca música suave que era de su agrado.
Así anda parte de la juventud dominicana. El que salga de último que cierre la puerta y bote la llave.