Saltar al contenido
OCOA INFORMATIVA

La santería continúa arraigada en la cultura popular

20 noviembre 2021

Ashley Ann PresinalSanto Domingo, RD

“Así como existe el bien, existe el mal”, es una expre­siónque muchas veces res­palda a aquellos que creen fervientemente en el “po­der” de la santería, y a otros que participan en los ritos, “fiestas de misterio”, “con­sultas privadas” y cultos propios del vudú.

Es común escuchar, so­bre todo en zonas rurales del país, acerca de leyen­das en las que personajes como los “brujos”, el “barón del cementerio”, los “miste­rios” o “luases”, trabajan en conjunto para cumplir de­seos de los vivos, sin impor­tar de qué se trate.

Los devotos de esta reli­gión afirman para que se les conceda lo que piden, lo pri­mordial es “agradar” a estos seres místicos y conocer a al­guien que pueda comunicar­se directamente con ellos, a quienes llaman “servidores de misterios”.

La fe de estas personas es tanta que muchos, incluso, pagan altas sumas de dinero a los “servidores” para que les hagan trabajos “especiales”, que pueden ir desde despo­jos y consultas privadas hasta “encargarse de algún enemi­go que les fastidia”.

“Por ejemplo, esta es una botella que puede crear pro­tección para tu negocio, pero esa misma botella yo la agarro, le pongo tu nombre adentro y la llevo al barón del cemente­rio y le digo: que no se muera de una vez, pero que se vaya secando”, explica Edison Ro­dríguez, dueño de la botánica 7 potencias.

Pero adentrarse en el mis­ticismo que envuelve a la reli­giosidad popular dominicana requiere, en primer lugar, co­nocer de dónde viene y cómo se manifiesta en la población.

Desde el vudú africano
Con la llegada de las tribus africanas, durante la coloniza­ción, en la isla se mezclaron las creencias, religiones e idiomas de esclavos, españoles e indí­genas. No obstante, los euro­peos obligaban a los africanos a adoptar la religión católica.

Según el investigador Fradi­que Lizardo, para los esclavos mantener su religión significa­ba “proteger su identidad”, por lo que optaron por adaptar el vudú a una forma externa del catolicismo, aunque en su in­terior conservara su esencia santera. En otras palabras, en­cubrían a sus dioses africanos con imágenes de santos cató­licos para asegurar la supervi­vencia de su religión a los ojos de los colonizadores, pero en el fondo permanecía la deidad ancestral.

Por esto se habla de la rela­ción entre “santos” y “miste­rios”. Para muchos, los santos católicos son padrinos de los dioses africanos o “misterios”, lo que resulta en un curioso sincretismo mágico-religioso.

Así, para los católicos el “santo” es San Miguel, pero para los creyentes en el vudú se trata de “Belié Belcán”, jefe de la “división Radá” y esposo de “Ana Isa”, reina del amor.

Este proceso dio como re­sultado el vudú dominicano, una respuesta religiosa que se basa en un “culto a los luases” o espíritus y que establece una relación entre lo natural y lo sobrenatural.

Diferencias
En sus escritos, el folklorista Dagoberto Tejeda Ortiz afir­ma que el vudú dominicano incluye al haitiano, al espiritis­mo europeo, a la santería cu­bana, a la religiosidad popular venezolana y simbolizaciones de Buda. No obstante, el vudú dominicano se diferencia del que se practica en Haití por los lugares privilegiados que se les dan a ciertos “misterios”, los ritmos particulares para que “suban” los espíritus en los ri­tuales y el uso de pañuelos con colores específicos que identifi­can a cada “misterio”.

Asimismo, en Haití se utiliza el llamado “vevé” para repre­sentar a los espíritus, mientras que en República Dominicana se usan imágenes vinculadas al catolicismo.

¿Qué son los “misterios” o “luases”?
Dagoberto Tejeda los define como seres que fueron huma­nos y que al morir se convirtie­ron en ancestros, debido a sus cualidades personales.

Otras personas los defi­nen como “seres que se in­troducen en la mente y ce­rebro de los creyentes”, a los cuales se les llama “ca­ballos de misterios” o “ser­vidores de misterios”.

A grandes rasgos, estos se­res son la parte “santera” de la religión, lo que “se le sube” a las personas durante los ritua­les o trances y como su nom­bre lo indica, el lado místico.

Según conocedores del te­ma, los “misterios” trabajan con los elementos de la natu­raleza y tienen una personali­dad definida que irá de la ma­no con aquello en lo que se especializan. Algunos son ca­riñosos, otros necios y pedan­tes, pero todos son amorales: se prestan para hacer el bien y el mal.

Están organizados en 21 di­visiones, como si se tratara de un grupo familiar y cada una tiene su bebidas, comida, can­tos, sacrificios, colores e indu­mentaria características.

Por ejemplo, a los que perte­necen a los “Guedés” se les in­voca con moro de habichuelas negras sin sal ni azúcar, acom­pañado de una batata hervida, casabe y arenque.

Las divisiones más utiliza­das en los rituales son aproxi­madamente seis: “Legbá”, que reúne luases ancianos y sabios; “India”, trabaja con el agua; “Petró”, actúan con los cuatro elementos de la naturaleza; “Radá”, cariñosas con un gus­to refinado; “Ogún”, son gue­rreros; “Guedé”, trabajan con el elemento tierra.

“Montaderas”
Los creyentes realizan ritua­les donde los seres “suben”, entrando en el cuerpo de los “servidores de misterios”, quienes inmediatamente asumen la identidad del espí­ritu en un proceso que se lla­ma “montadera”.

Según explica Fradique Li­zardo, se utiliza el término “su­bir” porque se entiende que los seres “suben de la tierra” hacia el cerebro del creyente.

Pero estos creyentes no son cualquier persona, se trata de al­guien que haya sido “bautizado en la santería” y que previamen­te ha preparado su cuerpo para “recibir a las entidades”. Una de las reglas básicas es que una vez ha entrado en el vudú no puede renunciar a él.

Luego de la posesión espi­ritual, se dice que el creyen­te “no recuerda nada de lo que ocurrió”, pero durante el trance la persona actúa de acuerdo con lo que le ordena el espíritu.

SEPA MÁS
Recetas privadas

Los “servidores de miste­rio” consultan en privado a las personas y sus rece­tas son personalizadas dependiendo del proble­ma que aflija al creyente.

Los ingredientes para las preparaciones se consi­guen en plazas esotéri­cas o botánicas ubica­das en los mercados, y se pueden utilizar tanto pa­ra las celebraciones de ri­tuales como para la eje­cución de baños de des­pojo, resguardos y hasta hechicería.

Ofrendas
Debido a que cada “mis­terio” tiene gustos distin­tos, los creyentes buscan su favor a través del ofre­cimiento de objetos, di­nero, comida y bebida en altares especialmente decorados.

Las ofrendas pueden ir desde bizcochos con re­fresco rojo, en el caso de “Ana Isa”, hasta pan y huevos.

IMG-20221107-WA0032