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La muerte madrugó

11 abril 2025

Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo”. Estos versos del español Miguel Hernández han aleteado sobre mí durante la semana. La tragedia de la discoteca Jet Set, en la madrugada del martes, ha repartido el duelo entre muchas familias, con repercusión en la conciencia nacional.

Porque se reparta, el dolor no llega mermado a quienes han perdido a los suyos. Al distribuirse se multiplica. La muerte se torna antojadiza y en este caso quiso ser abarcadora, y hasta tuvo en cuenta a los sectores de clase social. Se los llevó a sabiendas de que diseminaría el dolor por todo el territorio.

Gente de negocios, deportistas, servidores públicos, músicos, cantantes y profesionales varios fueron arrebatados. También quiso la muerte combinar la desgracia por procedencia, cada región hubo de aportar los suyos. Desde Montecristi hasta Higüey, de San Cristóbal al Cibao, con un torbellino en Baní.

Puede decirse que la familia dominicana ha sido vapuleada hondamente, la que termina ha sido una semana de estremecimientos y desgarramientos. Sin necesidad de tener un hijo, un hermano o un sobrino bajo el peso de los fatídicos escombros, un íntimo sentir atormenta a los dominicanos.

Algo que debemos tener en cuenta es que, con los cuerpos no identificados aún, a cualquiera le puede aparecer un pariente fallecido. Es como un sorteo en el que todos tenemos boletos. No todo quien estuvo ahí avisó a un pariente que asistiría. Hay personas no dan cuenta de su vida a nadie.

Falta contar a los no identificados y aquellos que se esperaba tuvieran en otro lugar. La gente muy libre sale hacia un destino sin saber dónde concluirá la noche. Otro detalle: ¿Qué ha pasado con los servidores del funesto establecimiento? ¿Habrán escapado, fueron rescatados o yacen bajo los trozos del techo?
Lo ocurrido es para contarlo llorando.

Lo que debería salir es una elegida tan sentida como la de Miguel Hernández por Ramón Sijé. Con la diferencia de que ahora sobrepasan de doscientos los muertos y muchos más a quienes nos duelen. Temprano los asaltó la muerte y trocó por tristeza la alegría. Y la tristeza se ha esparcido.

Ha muerto gente mayormente joven y en edad productiva. Celebraban la vida y ejercían el derecho al esparcimiento, pero todo cambió de súbito. El desplome del techo apagó luces, apagó voces y apagó vidas. Pero no apagó la esperanza de que se investigue la causa de la tragedia y haya resarcimiento a la sociedad.

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