Mucha gente debe estar sorprendida con la creencia de Juan Francisco Puello Herrera, presidente de la Confederación de Béisbol del Caribe, de que el estadio Quisqueya Juan Marichal es una “basura” que debió ser demolido desde hace tiempo.
Y hablo de posible sorpresa, porque en la mente de una gran mayoría de los dominicanos, es muy difícil de asimilar que una obra de esa magnitud sea derribada, sin importar o no los años que tenga en operación.
Desde hace años se conocen los graves problemas que viene confrontando esa instalación, inaugurada un 23 de octubre de 1955, es decir, tiene 70 años de servicio continuo, un tiempo sumamente respetable.
En ese lapso se han han realizado reparaciones, la mayoría para lavarle la cara, pero ya “se cae de la mata” que se necesita con urgencia un nuevo estadio, que lo ideal sería que se construya donde está el Quisqueya.
Lo que no comparto con Puello Herrera, es que denomine al estadio como “una basura”, por “respeto” a los incontables e inolvidables momentos que hasta la fecha ha brindado a generaciones de dominicanos amantes del béisbol.
A los que viven de los recuerdos hay que recordarles que todas las estructuras tienen su vida útil, y 75 años sin un mantenimiento adecuado, como el caso de ese estadio, son más que suficientes para que se esté pensando seriamente en dar paso a una instalación más acorde con estos tiempos.
